Cross de la Cuerda Larga



¡Hola a todos!

El pasado domingo 24 de octubre, tres

compañeros de ICAI (Arturo, Álvaro y Manuel) fueron al XXIII Cross de la Cuerda Larga –una carrera de montaña que constaba de 20Km por la montaña y con un desnivel de

1300m positivo acumulado.

A las 6:30 de la mañana ya estábamos en pié yendo para Ventas, de dónde salía el autobús rumbo para La Najarra, el primer pico que había que subir. En ese momento aun no eramos conscientes de la locura en la que nos estábamos metiendo. Después de la recogida de dorsales, tocó quedarse en manga corta, con 3ºC pero una sensación térmica aun más baja. La salida fue una pasada, ver como 300 personas subíamos el primer pico, un total de 400m en sólo un kilómetro (una pendiente del 21%)

En la primera subida todo eran sonrisas, chistes, carcajadas y comentarios de unos con otros como “yo voy más lentito, que me he apuntado a la ida y vuelta y estoy guardando fuerzas” o “cuando lleguéis, decid que yo quiero mi chuletón poco hecho!” pero poco a poco se iba complicando la cosa y no había tiempo más que para mirar el suelo para no caerse y para correr…

Como buen grupo que éramos, teníamos un objetivo: bajar de tres horas. Ya teníamos experiencias en medias maratones, pero nunca en una media maratón alpina, así que duplicamos nuestro tiempo y esperábamos cumplirlo. Pero eso sí, el compañerismo ante todo, por lo que siempre íbamos juntos y viendo que ninguno de nosotros se quedase en ningún momento atrás. Después de la subida al primer pico, decidimos hacer el primer alto. Las fuerzas empezaban a faltar y los reflejos nos hacían muchísima falta para no caer entre las rocas en las bajadas o tener fuerzas para la subida. Tomamos un plátano, un poco de chocolate y algo de agua. Eso nos dio un gran impulso. Justo antes, nuestro compañero Álvaro se había caído y se había hecho algo de daño en la rodilla, pero aun así, como buen corredor, siguió adelante negando el inevitable dolor que debía sentir.

El segundo pico no llegaba, pero las subidas y bajadas no cesaban. Al menos, de vez en cuando hablábamos con nuestros compañeros de carrera y seguíamos con los chistes para pensar en algo divertido en vez de en lo que faltaba. En el segundo pico, hicimos el segundo alto del camino para volver a reponer fuerzas. Estábamos ya a casi 2400 metros de altura y a mitad de carrera. A los compañeros que pasaban, les ofrecimos un poco de chocolate y alguno de ellos, se unieron a nosotros y pasamos unos ínfimos minutos agradables. Ya se veía la bola del mundo, a lo lejos, muy pequeñita. ¡¡Que ilusión!! Aunque aun no sabíamos qué nos esperaba… esa parte se hizo la más dura. Nuestro compañero Arturo no se quejaba nunca, a Manuel le empezaron a dar algunos tirones la pierna y Álvaro seguía como podía con su rodilla, aunque al ir siempre en grupo, nos dábamos ánimo los unos a los otros y todo se hacía mejor. De vez en cuando paramos para hacernos una foto con el impresionante paisaje, aunque las paradas duraban muy poco… hacía muchísimo frío y mucho viento. Seguramente la sensación térmica fuera de -5ºC o parecido. Ya apenas controlábamos los dedos para darle a la cámara de fotos o para abrir la cremallera de la mochila.

El pico de la bola del mundo parecía que nunca llegaba, y al llegar fue una alegría! Paramos para el avituallamiento que ponía la organización con una bebida isotónica e hicimos unas fotillos para inmortalizar el momento. Todo el mundo era simpatiquísimo, nos hicieron unas fotos a los tres y nos dieron ánimo para terminar la carrera. Acababan de pasar las tres horas que nos habíamos propuesto, pero no nos desmotivamos. Ya sí éramos conscientes de en qué estábamos metidos y era una carrera muy bonita, pero a la más dura a la que nos hayamos presentado hasta ahora sin ninguna duda. Nos costaba de vez en cuando sonreír, pero ya quedaba lo último y los ánimos no se perdieron. Con otra bajada del 21%, nos enfrentábamos al tramo final y ¡allá que fuimos! A la llegada, aun sobraron fuerzas para un ultimo sprint y llegar los tres juntos con las manos en alto y festejando que habíamos terminado a las tres horas y treinta y un minutos. ¡¡¡¡Lo habíamos conseguido!!!!

No nos gustaría despedirnos sin contaros una anécdota que nos llegó muy dentro: en la entrega de premios, mientras veíamos que no lo habíamos hecho tan mal -el ganador había tardado dos horas- se nos acercó una pareja y nos preguntó si éramos de Comillas. Nosotros, orgullosos contestamos que sí, que éramos de ICAI. Resultó que ellos tenían un hijo que también había hecho ICAI y ya había terminado hacía diez años. Nos hicieron una foto y nos dieron ánimo para que siguiésemos corriendo.

Por último, dar las gracias a los patrocinadores de nuestro Club de Atletismo ICAI, el (CAi)² que son el Colegio de Ingenieros de ICAI y CEPSA, ¡¡muchas gracias!! pues sin vosotros, esta carrera no sería posible.

¡Hasta la próxima carrera! ¡Salud!



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